jueves, 14 de mayo de 2020

OdlM 14 de mayo de 2020

Un joven universitario se sentó en el tren frente a un señor de edad, que estaba rezando....el rosario.
El muchacho, con la arrogancia de los pocos años y la pedantería de la ignorancia, le dice: "Parece mentira que todavía cree usted en esas antiguallas...". "Así es. ¿Tú no?", le respondió el anciano. "¿Yo? - dice el estudiante lanzando una estrepitosa carcajada -.Créame: tire ese rosario por la ventanilla y aprenda lo que dice la ciencia".
"¿La ciencia? - pregunta el anciano con sorpresa-. No lo entiendo así. ¿Tal vez tú podrías  explicármelo?".
"Deme su dirección - replica el muchacho, haciéndose el importante y en tono protector-, que le puedo mandar algunos libros que le podrán ilustrar".
El anciano saca de su cartera una tarjeta de visita y se la alarga al estudiante, que lee asombrado: "Louis Pasteur. Instituto de Investigaciones Científicas de París". El pobre estudiante se sonrojó y no sabía dónde meterse.
Se había ofrecido a instruir en la ciencia al que, descubriendo la vacuna antirrábica, había prestado, precisamente con su ciencia, uno de los mayores servicios a la humanidad. Pasteur, el gran sabio que tanto bien hizo a los hombres, no ocultó nunca su fe ni su devoción a la Virgen.
Y es que tenía, como sabio, una gran personalidad y se consideraba consciente y responsable de sus convicciones religiosas. Hay personas que piensan que la ciencia y el estudio nada tienen que ver con la fe. Lo que muchos no saben es que la fe ha motivado a muchos cristianos a formarse bien para
hacer grandes cosas por las humanidad.

Qué tengas un buen día de estudio y piensa, a lo mejor Dios necesita tu esfuerzo para hacer algo grande contigo.

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