martes, 1 de enero de 2019

OdlM 11 de mayo de 2020

Había una vez un hombre que tenía cuatro hijos. Él buscaba que ellos aprendieran a no juzgar las cosas tan rápidamente; entonces envió a cada uno por turnos a ver un árbol que estaba a una gran distancia. El primero hijo fue en el invierno, el segundo en primavera, el tercero en verano y el hijo más joven en el otoño. 
Cuando todos ellos habían ido y regresado, él los llamó y juntos les pidió que describieran lo que habían visto. 
El primer hijo mencionó que el árbol era horrible, doblado y retorcido. El segundo hijo dijo que no, que estaba cubierto de brotes verdes y lleno de promesas. El tercer hijo no estuvo de acuerdo. Él dijo que estaba cargado de flores, que tenía aroma muy dulce y se veía muy hermoso. El último de los hijos no estuvo de acuerdo con ninguno de ellos, él dijo que estaba maduro y marchitándose de tanto fruto, lleno de vida y de satisfacción. 
Entonces el hombre les explicó a sus hijos que todos tenían razón, porque ellos solo habían visto una de las estaciones de la vida del árbol. 
Él les dijo a todos que no deben juzgar a un árbol o a una persona, por solo ver una de sus temporadas y que la esencia de los son, el placer, regocijo y amor que viene con la vida, puede ser solo medida al final, cuando todas las estaciones han pasado. 

¿Juzgamos sin saber o con juicios parciales, las circunstancias, las personas? 


No hay comentarios:

Publicar un comentario